Amo la cerámica desde siempre. Hice mis primeras piezas siendo una niña, en el taller del pueblo, cercano a Barcelona, en el que nací. Durante mucho tiempo, trabajar el barro fue mi escape, el lugar secreto al que me retiraba para limpiar el alma. Ni siquiera soñaba con ser profesional, hasta que un cambio de vida me llevó a vivir en Argentina, donde tuve la oportunidad de estudiar la carrera de Técnica Ceramista. De regreso en mi país, me instalé en la casa rural que construyó mi abuelo, monté un taller y comencé a dar los primeros de Anna Fonoll ceràmica.

Para mí la cerámica es más que un trabajo. Es un forma vivir y relacionarme con mi entorno en paz y armonía. Esos son los sentimientos que intento poner en todas mis piezas, así se trate de una simple taza.

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